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Toros a contrato y ovejas en lomas: pasto, genética y caja

En un campo de lomas —con apenas una veintena de hectáreas realmente planas— una familia ganadera de cuarta generación ha encontrado una ecuación que mezcla sanidad, logística y finanzas con una obsesión: manejar el pasto. Su negocio principal no es vender toros, sino ponerlos a trabajar. Cada primavera, tras la inseminación artificial, decenas de tambos de la zona alquilan sus toros por 4 a 6 semanas para el “repaso” de vacas y vaquillonas. Al mismo tiempo, cuando los toros salen a prestar servicio, el vacío forrajero que dejan en el establecimiento se llena con ovejas: madres con corderos “al pie” que ayudan a mantener la oferta de forraje bajo control y a proteger el suelo en las laderas.

“El primer año a los toros les damos lo mejor para que hagan estructura; el segundo verano pueden ‘trabajar’ limpiando potreros. El negocio cierra si el pasto cierra”, resume el productor.

El circuito del toro: comprar liviano, criar bien, alquilar, y decidir

La base del sistema son tres razas: Jerseys para vaquillonas de tambo y Hereford/Friesian (Holando) para vacas. La lógica:
• Jersey. Se compran terneros de ~100 kg (precio de referencia: NZD 650 por cabeza). Se crían con forraje de alta calidad durante ~15 meses hasta lograr ~300 kg, momento en que están listos para alquiler en vaquillonas (primer servicio).
• Tarifa de alquiler: NZD 690 por toro/temporada para vaquillonas.
• Al segundo año, tras volver del primer alquiler y ganar kilos, pueden alquilarse a vacas a NZD 890 o venderse.
• Hereford y Friesian (Holando). Se compran machos de ~15 meses y ~400 kg. Se recrían ~10 meses; según condición y demanda, se alquilan o se venden con 550–700 kg.
• Precio de venta típico: NZD 3.300–3.500 por toro (según peso), por encima del Jersey de 2 años, que promedió NZD 2.800 este año (vs. NZD 2.300 el anterior).
• Decisión clave. El productor pesa y clasifica los lotes de manera constante: los más pesados y de mejor desempeño se reservan para alquiler; las “colas” (menor ganancia de peso) se venden. En el primer año pesan cada 4 semanas; en el segundo, ~5 veces/año.
• Sanidad y regulaciones. El único problema sanitario relevante señalado fue BVD (diarrea viral bovina): doble vacuna el primer año, refuerzo el segundo y sangrado obligatorio una vez en la vida. También tuberculosis: control para todos los animales.
• Garantía comercial. No ofrecen garantía de “preñador” (no hacen andrología rutinaria), pero si un toro se lesiona (p. ej., fractura de pene) lo reemplazan: “No fue culpa nuestra, pero queremos que el cliente vuelva”.
• Números que cierran. Entre alquilar vs. vender, estiman NZD 200–300 más por toro cuando logran encadenar un ciclo de alquiler antes de la venta final. Además, durante el “segundo verano” los toros limpian potreros de gramas altas y malezas, un servicio ecosistémico que también vale.

Mercado, precios y destinos: la carne manda… y mezcla

El negocio se apoya en un mercado con reglas claras y precios semanales. Si se decide faenar, se envía al frigorífico al valor de la semana; no hay subasta para toros de descarte.
• Referencias compartidas en la visita:
• Cordero: ~NZD 9,50/kg carcasa, cerca de máximos históricos.
• Bovino: ~NZD 8,70/kg carcasa (valores orientativos comentados por el productor).
• Destino de la carne. El carne de toro es magra y se exporta en buena parte a EE. UU. para mezclar con carne más grasosa de feedlots en la industria de hamburguesas.
• Enteros vs. capones. En Nueva Zelanda, la diferencia de precio entre entero y capado suele ser baja (50–60 centavos/kg carcasa), por lo que dejar enteros —crecen más rápido— conviene. En Argentina, en cambio, se penaliza con fuerza al macho entero, de allí las diferencias culturales y de manejo.

“A veces el castrado vale un poquito más, otras el entero; la brecha es chica. Lo que manda es el kilo producido: el entero gana más kilos”.

Pasto primero: cómo graza un campo de lomas

El establecimiento es típico hill country: lomas, suelos con pendiente y pocas hectáreas mecanizables (unas 20 ha). Por eso, la renovación de pasturas es limitada y el manejo del pastoreo hace el trabajo pesado.
• Composición. Predominan raigrás perenne y trébol; también aparecen otras gramíneas “rústicas” en laderas.
• Estrategia.
• Año 1 del toro: forraje de máxima calidad para “hacer marco”.
• Año 2: los toros “trabajan”: limpian potreros y consumen forraje más tosco.
• Rotaciones y frecuencia. Manejan ~23 “mobs” (grupos). Los yearlings se mueven lun/mié/vie (mañana, mediodía y tarde, respectivamente) y los de 2 años lun/jue por la tarde. Perros y cuatriciclos reemplazan a los caballos para mover hacienda.
• Forraje conservado y trade-off. En primavera, cuando los toros salen a servicio y la pastura explota, pierden control de la calidad en algunas lomas. Cortan lo que pueden para henolaje/silage y aceptan que parte de los cuadros “espiguen”. “Antes me estresaba; ahora, con la plata del alquiler ya en mano, entendí que lo importante es el cash-flow”, admite el productor.

¿Por qué ovejas? Suelo, forraje y caja

La otra mitad del rompecabezas son las ovejas, que cumplen tres roles: cuidan el suelo en pendientes, equilibran la curva de forraje y sostienen la caja cuando los toros están fuera.
• Ambiental. El ganado pesado erosiona más en laderas; las ovejas “pisan liviano” y se adaptan mejor a las partes altas. En un país con exigencias ambientales crecientes, el mix bovino-ovino es casi una obligación.
• Forrajero. Cuando los toros salen a los tambos, el campo compra ovejas con cordero al pie (“ewes with lambs at foot”) por ~tres meses. Los corderos se destetan entre fines de octubre y noviembre; los más pesados van a faena (18–19 kg carcasa), y el resto se termina. Las madres con buena boca (dientes) se retienen; el descarte se vende.
• Wool vs. meat. La lana se esquila pero vale poco; la carne explica el negocio. Precio guía de oveja de descarte: ~NZD 7/kg carcasa (referencia narrada en la recorrida).
• Sanidad y parásitos. Alternar bovinos y ovinos en los potreros ayuda a cortar ciclos de parásitos internos y mejorar el balance del pasto.

Tecnología y amenaza: los collares que “ahorran” toros

No todo es viento a favor. La adopción acelerada de collares en tambos —que detectan celos y mejoran tasas de preñez por IA— reduce la demanda de toros de repaso. En 2025, el productor estima una caída de un tercio en sus ventas de alquiler frente a años previos.

“La tecnología avanza muy rápido. Si el tambo preña más con inseminación, necesita menos toros. Hay que ser más eficientes y seleccionar aún mejor los animales que ofrecemos”.

La respuesta del campo es afilar gestión: más pesadas, clasificación dinámica, sanidad impecable, entregas ágiles (no permiten que el cliente venga a “elegir”; ellos arman los lotes y los envían), y una política comercial clara con reposición por lesión.

Argentina vs. Nueva Zelanda: dos mundos, mismos dilemas

Durante la conversación surgieron comparaciones con la ganadería argentina:
• Penalidad al macho entero. Mientras en Nueva Zelanda la brecha entero-capón es pequeña, en Argentina el macho entero puede sufrir descuentos severos, lo que explica la alta castración local.
• Razas y regiones. En el norte argentino ganan terreno Brangus/Bradford; en el sur (Buenos Aires y hacia abajo), el Angus domina. La elección responde a clima, suelos y mercado, igual que en el hill country visitado.
• Objetivo común. En ambos casos, gestionar el pasto y cuidar el suelo es condición de supervivencia económica.

Lo que nos llevamos
1. Modelo mixto y oportunista: comprar liviano, criar con calidad, alquilar donde rinde más y vender cuando conviene.
2. Pasto como moneda: el forraje ordena todas las decisiones. Si el pasto cierra, los números cierran.
3. Sanidad simple y estricta: BVD bajo control, TB al día, papeles en regla. Confianza comercial como activo.
4. Ovinos estratégicos: ambiental, forrajero y financiero. No es “otro rubro”; es parte del sistema.
5. Tecnología que aprieta: los collares en tambos recalibran la demanda. La respuesta es más gestión y mejor servicio.

Cae una llovizna fría mientras el productor encierra una docena de Jerseys para mostrarnos el manejo en la manga. No hay épica, hay rutina: perros atentos, cuatriciclos, lectura de caravanas y una balanza que no miente. En el pizarrón mental del dueño, cada kilo ganado, cada día de alquiler y cada metro de pasto tiene un precio. Y en ese triángulo —animal, pasto, caja— se juega la rentabilidad de un campo que aprendió a vender servicio, cuidar el suelo y cobrar a tiempo.

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